La economía no está en crisis
En economía hay temas externos, pero gran parte de los resultados los construimos nosotros mismos.
Prácticamente todos los analistas están diciendo que la realidad económica del país cambió. Es un hecho que este año, y muy seguramente el próximo, no tendrán la misma dinámica de los 10 años anteriores.
La última voz que lo dijo, en este caso muy autorizada, es la del equipo técnico del Banco de la República, para quienes no solo ya no estaremos en un crecimiento del 4,5 por ciento del año pasado, ni en el 4 que había proyectado también el Gobierno, ni en el 3,6 de entidades que, como la ANDI, habían predicho. Dice “el Banco” que 3,2 por ciento es la cifra más probable.
El desarrollo es en gran parte el resultado de la decisión colectiva e individual de muchas personas de querer que la economía, las ciudades o los negocios crezcan, de que el consumidor se decida a comprar, de que el sistema financiero confíe en sus deudores; es decir, de la suma de confianza y entusiasmo. Públicos y privados tienen que ver con el desarrollo de una sociedad. Públicos, creando las condiciones; y privados, con la decisión, el empeño, tomando riesgos y creando empresa.
Uno de los avances más importantes de la economía de los últimos 30 años fue el reconocimiento de que no todo respondía a fórmulas y recetas precisas.
Se reconoció que las expectativas de las personas tienen que ver mucho con lo que al final sucede. Es decir, somos mucho más determinadores de nuestro futuro de lo que creemos, con decisiones que dependen del estado de ánimo, de la esperanza y de nuestra percepción de futuro.
Es cierto que hay razones para que el año 2015 no sea el año de gran optimismo; los precios del petróleo, la crisis en el sector justicia, los actos de barbarie en el Cauca, las finanzas públicas más apretadas de muchos años, la reforma tributaria, que elevó las tasas efectivas a niveles insostenibles para las empresas, son quizás los factores que más contribuyen, no solo al crecimiento calculado por los analistas, sino al crecimiento esperado por los individuos.
Sin embargo, debemos ser realistas, y en este caso realismo es reconocer que la economía no está en crisis.
Un crecimiento del 3 por ciento, aun uno del 2, no es un motivo de alarma, debería ser motivo de profundas reflexiones. Es una pausa en la senda de crecimiento, que debemos tomar con cautela y aprovechar para corregir factores que no nos permiten crecer a tasas del 7 u 8 por ciento.
Aumentar la competitividad, implementar una política industrial, o pensar un Estado en el cual el gasto sea más efectivo y responsable, serían algunas de las tareas que debemos acometer.
Ahora bien, si todos llegáramos a pensar que podemos estar en crisis, podemos estar seguros de que la crisis se volvería realidad; y la verdad sería que la gestaríamos a pesar de los sólidos fundamentales de la economía.
Las expectativas a veces son más poderosas que la teoría económica, y estaríamos cometiendo un haraquiri torpe e injusto con el país.
Aunque parezca una fórmula simplista de autoayuda, lo cierto es que en economía hay temas exógenos o externos, pero una gran parte de los resultados los construimos nosotros mismos. No dejemos que el pesimismo y la incertidumbre vayan a ser la causa de una crisis; crisis que no existe hoy.
Capítulo aparte merecería un escenario en que se quisiera desprestigiar al Gobierno por la vía de atacar al país. Deberíamos lograr un acuerdo para definir intereses superiores, entre ellos la economía.
Espero el debate en Twitter. @brucemacmaster
BRUCE MAC MASTER
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