El galimatías eléctrico
Concentrémonos en asegurar el suministro, minimizar el efecto sobre la población y la producción, y desde ya planteemos todos los cambios que requiere la regulación.
No hay duda, nos encontramos con una de las situaciones energéticas más complejas de los últimos 20 años. Al tiempo que se nos vino un fenómeno del Niño casi sin precedentes, los yacimientos de gas de la costa Caribe, donde se encuentra una buena parte del parque térmico de soporte del país, están en declive, y para colmo de males el Gobierno Nacional se encuentra en la situación fiscal más apretada de muchos años.
Desde la Andi hemos propuesto un análisis sereno de la situación. Hay variables que manejamos, así como hay otras que son totalmente externas, tal es el caso de la hidrología. Las primeras preguntas que pedimos resolver fueron: ¿tenemos capacidad suficiente de generación? ¿Hay riesgo de apagón? La primera respuesta fue afirmativa. Cuando uno suma la totalidad de la capacidad hídrica, aun con embalses entre el 62 y el 20 por ciento, más la generación térmica a gas, más la generación térmica con líquidos, la conclusión es que tenemos capacidad suficiente para atender toda la demanda.
La respuesta a la segunda pregunta dependerá, en cambio, de dos factores: la cantidad de agua con que contemos en los embalses y la capacidad de alimentar con combustibles las plantas térmicas. Si hacemos las cosas bien, y el fenómeno del Niño no va más allá del primer trimestre del año, no debería haber riesgo de apagón.
¿Qué significa, entonces, hacer las cosas bien? En la mente de muchos, incluyendo la mía, estaba la idea de que las térmicas marginales, es decir, las que se prenden de último en razón a su costo variable, deberían simplemente entrar a operar en situaciones como la actual. Sin embargo, variables como el costo del fuel oil, erróneamente gravado con IVA por cierto, y los precios de escasez comparados con los precios en bolsa revelaron una realidad totalmente diferente; las plantas en esas condiciones eran totalmente inviables y serían probablemente entregadas a la Nación.
En pocas palabras, el Ministerio y la Creg se enfrentaron a un apagón o un incremento en tarifas que permitiera contar con esas plantas. Su respuesta fue implementar un plan de choque que condujo a que un tercio de la solución sea asumido por los consumidores y dos tercios, por los generadores. En otra situación fiscal, la solución probablemente ha debido ser asumida por el Estado, al menos el tercio de los consumidores.
Legítima es la pregunta ¿por qué estamos en esta situación si por años hemos pagado un seguro que supuestamente iba a evitarla?
Hay el sentimiento generalizado de que, por un error de alguien o de la regulación, los consumidores injustamente pagaremos, o que la industria perderá aun más competitividad. Será muy difícil tener una respuesta satisfactoria, por ahora concentrémonos en asegurar el suministro, minimizar el efecto sobre la población y la producción, y desde ya planteemos todos los cambios que requiere la regulación, que sin duda hizo agua. Algunas ideas de inmediata aplicabilidad serían aumentar la energía en firme, reglamentar ley de energías renovables y estimular la autogeneración.
Hay quienes piden investigaciones, que vale la pena hacer, para tranquilidad de todos, pero lo realmente importante es aprovechar la situación para construir un sistema confiable y competitivo. Por años la industria se ha quejado del costo de la energía, y debemos construir un sistema balanceado que nos permita bajar ese ‘costo país’ que tanto nos afecta.
Siempre ha sido fácil hacer populismo con los servicios públicos, ofreciéndolos gratis, criticando las tarifas o asustando a la gente. Hay que hacer un llamado a políticos y líderes de opinión para concentrarnos en entender los errores del pasado, y plantear soluciones.
Espero el debate en Twitter. @brucemacmaster
BRUCE MAC MASTER
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